jueves, 14 de junio de 2007

Un pedido suyo es una orden



Riquelme había reclamado un apoyo masivo y la gente cumplió: cancha llena, globos, cohetes y mucho cotillón.

La gente no se da cuenta lo que significa... Quiero que sea como un jugador más". El pedido de Riquelme, pocas horas antes del partido, tenía un destinatario concreto y, a la vez, varios motivos muy especiales. El ídolo se despedía de su gente y pretendía hacerlo a lo grande. Fue absolutamente así. Porque un pedido de Román, el 10, siempre significó una orden para su gente. El Xeneize hizo explotar la Bombonera...

Desde muy temprano, La Boca fue una romería. Gente yendo hacia la cancha. Banderas y cotillón bien guardado para que la fiesta fuera grande. Para prepararse hubo cantitos para todos los gustos, especialmente para River; silbidos para Saja y aplausos para Schiavi en el calentamiento y globos amarillos con la leyenda "Crespi 2007". Se venía el momento culminante de la noche.

Y así fue. Mucho antes de que anocheciera las tribunas se fueron poblando y el griterío a la hora en que se acercaba el pitazo inicial fue el de las mejores jornadas. Y cuando salió el equipo lo tiraron todo. A pesar de que algunos insinuaban que no había que festejar antes de tiempo, los hinchas respetaron la palabra de Román a rajatabla: hubo una verdadera lluvia de papelitos azules y amarillos que literalmente cubrieron la cancha e hizo que el árbitro pidiera (en vano) que limpiaran la cancha un poco. Pero también hubo otra lluvia: la que convirtió la noche en día cuando cientos de bengalas surcaron el cielo y las explosiones de los fuegos artificiales retumbaban en la ciudad.

Luego las luces se apagaron. Pero no las gargantas. Los 47 mil hinchas nunca detuvieron el aliento, aún en los ratos más complicados. Tal vez, al menos por un tiempo, Román no volverá a jugar ante su gente. Pero nadie podrá quejarse de la despedida... El ídolo pagó con un golazo y la gente con su apoyo.

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