viernes, 25 de mayo de 2007

Un Riquelme de colección


Estuvo en duda por una lesión pero volvió a tener una gran noche de Copa Libertadores y la selló con un golazo, el número 100 que convierte en clubes.

No estuvo en duda su clase, su talento ni su participación. Nunca. En todo caso, lo que abría interrogantes en este partido de anoche era su actuación: cómo podría jugar Riquelme en una pierna, cuán bien estaría en lo futbolístico ya que venía con una "contractura importante" en el bíceps derecho.

Las dudas empezaron a despejarse en el primer tiempo, cuando sin ser decisivo, el 10 participó en las principales jugadas de ataque de Boca. Y la gran certeza de que estaba bien y de que seguía siendo Román, el terrible pese a la lesión llegó a los 16 del segundo tiempo, con un verdadero golazo. Su gol número 100 en 400 partidos en clubes...

Un golazo con fuerza, magia, pegada, desahogo y principio de clasificación. Porque Riquelme recibió exigido pero cuerpeó bien a Víctor Cáceres, se soltó y se la llevó casi desde mitad de cancha. Quiso salirle Martínez pero nada pudo hacer y, antes de que Balbuena lo cerrara, derechazo letal a la red. Riquelme, el mismo Riquelme que había jugado en este estadio su último partido antes de irse a Europa, el 16 de mayo de 2002, cuando el Boca de Tabárez quedó eliminado ante Olimpia. El mismo Riquelme al que Bava le había atajado un penal en el partido de ida.

"Terminé bien, contento. Ahora nos queda el último esfuerzo, pero no hay que volverse locos porque queremos seguir peleando los dos torneos y aún no ganamos nada", dijo Riquelme.

El gol fue su primer gran aporte a la causa semifinal. Pero diez minutos después le puso un pase a Dátolo que, tras el remate, fue sacado al córner por Bava. De ahí, de ese tiro de esquina, vino el gol de Palacio...

Riquelme arrastraba la lesión del partido de ida en la Bombonera aunque, en realidad, había comenzado algunos partidos antes. Pero Riquelme jugó, no tan bien al comienzo pero fue híperdecisivo en el complemento.

Apenas salió a la cancha, Víctor Cáceres se le pegó al 10 de Boca. Fue su estampilla. Lo siguió por todas partes y a toda hora. Obvio, la idea era desgastarlo. Y el paraguayo no le perdió pisada y, en la medida que pudo, le fue ensuciando el juego.

Igual, Román es Riquelme y sabe de estas cosas. Por eso, pese a la contractura y a ese móvil paraguayo con el número 18 en la espalda que le patrulló cerca todo el tiempo, se las ingenió para participar de las mejores situaciones que tuvo Boca.

Estuvo en el armado de la jugada que terminó en centro de Neri Cardozo y cabezazo de Palacio. A los 11 hubo un tiro libre y se vio la primera alarma: Román prefirió llamarlo a Morel para que lo ejecutara. Luego, fue alternando buenos y malos pases hasta que a los 30 sí que cundió el pánico: el 10 se fue al borde de la cancha y más de un hincha de Boca temió lo peor. Pero no, pidió una tijera y se cortó la lengüeta del botín... Uf, alivio para todo Boca.

Y siguió jugando... Y se hizo cargo de un tiro libre de los 38 minutos que no pasó de la barrera. Y se zafó de la marca de Cáceres sobre el final del primer tiempo y, si no fue gol su remate fue porque un defensor paraguayo se cruzó en el camino. De a poco, iba avisando que el dineral que Boca invirtió en repatriarlo estaba justificado.

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