martes, 15 de mayo de 2007

Riquelme es el gran toque de distinción

Boca tiene aspiraciones en los dos torneos que juega gracias a Román. ¿Qué hubiese pasado si jugaba en San Lorenzo, Estudiantes o River?



Algo está muy claro: si Riquelme viene a la Argentina, juega en Boca No hay otro lugar para él." El calor invadía Tandil, sede de la pretemporada azul y oro, y en una de sus primeras conferencias de prensa, Miguel Angel Russo dejó al descubierto que Román tenía las puertas abiertas del club en el que se corporizó como ídolo. Lo que por entonces no imaginaba el entrenador, más allá de su preferencia por Leandro Gracián, era que ese equipo que moldeaba en La Posada de los Pájaros llegaría tan lejos en el Clausura y en la Libertadores gracias al talento de su conductor. Un 10 del Primer Mundo...

¿O acaso alguien duda que este Boca de rendimiento irregular está encumbrado en el torneo y accedió a los cuartos de final de la Copa en gran medida por el inigualable aporte de Riquelme? Heredero de la pausa, y no del vértigo, hasta que aparezca otro jugador con su estirpe y su toque de distinción para organizar el juego, armarlo y desarmarlo a su antojo, Riquelme es el último enganche del fútbol argentino.

Boca tiene al jugador más desequilibrante del campeonato. Al que marca la diferencia. Al que, en el potrero, se diría que "con él, hay robo...". Louis Van Gaal, el holandés que lo dirigió en Barcelona cuando Román se fue de la Argentina en 2002, dejó una frase que es toda una definición: "Con el balón, Riquelme es uno de los mejores futbolistas del mundo." Otro, José Pekerman, también entregó otra de antología previa al Mundial alemán: "Si jugara en Brasil, sería Riquelminho. El número uno del mundo. Y estaría mucho más valorado que en la Argentina."

Si Riquelme es la diferencia, ¿que sería de Boca, entonces, que en los últimos tres partidos no pudo ganar (Argentinos, Vélez en la Copa, y Arsenal) y desaprovechó dos oportunidades para respirarle en la nuca a San Lorenzo? Tiene a Caranta, a Ledesma y a Neri Cardozo en buen nivel y a Palermo cada vez más goleador. Pero Román es el gran asistidor y aparece en las difíciles. No lo ocultan ni sus propios compañeros. "Es un jugador

irremplazable. Llegó sabiendo lo que significa jugar en Boca y está teniendo un gran nivel. Somos conscientes de que el equipo depende en gran medida de lo que haga él", dijo Palermo, anoche, en radio ESPN Rivadavia.

A los hechos hay que remitirse. Con su pegada de oro en el pie derecho y la rapidez en su cabeza, metió dos lujosos pases-gol a Cardozo y Palacio contra Independiente e hizo que los hinchas rojos que lo cargaban con eso de pecho frío o fracasado tuvieran que guardarse los insultos. Puso otra asistencia de lujo a Ledesma en el Superclásico. Fue tan decisivo contra Racing que cuando Russo lo sacó Boca terminó apagándose y le empataron. En la Copa, no jugó de visitante y Boca no ganó. Y fue el que dejó afuera a Vélez: un golazo festejado a lo Topo Gigio y una asistencia a Clemente Rodríguez en la Bombonera; un córner que Bustos metió en contra y que terminó inclinando la balanza en el Fortín.

En el juego de la imaginación, podrían seguir las suposiciones. ¿Qué pasaría si Riquelme jugase en San Lorenzo? Lo más probable es que la diferencia que hubiera sacado el equipo de Ramón —a quien le gusta jugar con enganche y no tiene uno definido en su plantel— sería inalcanzable. ¿Y si Román hubiera recalado en La Plata? No chocarían los planetas en Estudiantes por la superposición con Verón. Lo aclaró la propia Brujita: "Ese conflicto nunca tuvo fundamento. Lo llamé cuando se armó revuelo porque él quizás había pensado que yo dije algo en su contra, pero tengo buena relación. Es un jugador importante para Argentina. Mi problema fue con otro (Sorin), no con él." Basile y la Selección, agradecidos... ¿Y si por una de esas casualidades Passarella se hubiera animado a llamarlo cuando estaba en conflicto con Villarreal? El técnico tendría que cambiar su dibujo preferido (4-4-2) y, quizá, River tendría un equipo y no un mosaico.

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