D 10

Riquelme juega cada día mejor. Fue el dueño de la pelota, anotó un gol y salvó a su equipo de una impensada derrota como local. El xeneize, a pesar del 10, sigue regalando puntos en casa y no puede acercarse a San Lorenzo.

Se hace difícil ver el vaso medio lleno y entregar una mirada optimista después de un nuevo empate de Boca. Sobre todo si se trata de la tercera igualdad consecutiva en el torneo y de la segunda al hilo jugando como local en la históricamente inexpugnable Bombonera. Y más complicado es entregar una mirada positiva si se tiene en cuenta que San Lorenzo continúa dejando puntos en el camino —ganó uno de los últimos seis— y el equipo de Miguel Russo sigue sin poder arrebatarle la cima de la tabla de posiciones.

Sin embargo, es necesario ponerle varios asteriscos al pesimismo para darse cuenta de que el vaso no está medio lleno, pero tampoco está medio vacío. Primero hay que reparar en que Boca es el único equipo argentino que aún desdobla su esfuerzo entre el Clausura y la Libertadores.

Luego, en la segunda llamada al pie del texto, es indispensable remarcar que ayer tuvo enfrente a un equipo muy inteligente como Arsenal que protagoniza su mejor campaña desde que desembarcó en Primera.

Y finalmente hay que valorar la importancia de tener a Juan Román Riquelme en un altísimo nivel. Eso significa que Boca cuenta con el as de espadas en en esta mano. Ayer, el crack de Don Torcuato volvió a hacerse cargo del equipo y fue el responsable principal del punto rescatado. Tras un flojo arranque, el 10 las pidió todas, arrinconó con su magia a Arsenal, marcó el gol del 1-1 con un cabezazo. Y sólo le faltó puntería para darle el triunfo a los suyos.

El último asterisco significa además un plus para el equipo de Miguel Russo. Con el ex Villarreal inspirado y camino a ser el mejor jugador del Clausura, Boca tiene el guiño para soñar por partida doble. Porque San Lorenzo no se cortó. Porque sólo quedan tres paradas para llegar a la Copa. Y porque Román está encendido.