viernes, 4 de mayo de 2007

"Con Román tocamos de memoria"



El pelado que hizo ruido con el gol clave a Vélez recibió en su casa a Olé y habló de su tándem con el 10. Aunque no se la cree, asegura: "Tenemos un pie adentro".

Le brillan los ojitos. Por el cansancio del partido del miércoles, pero más por el asadito (lechón y costillar de regalo incluidos) con el que festejó el gol ante Vélez. "Ojo, pero me cuido, eh", avisa Clemente Juan Rodríguez. Mientras Clementina, que aún no llega a los dos años, descansa en su cuarto, Juana, su otra hija de apenas cuatro meses, toma la mamadera en el living del goleador. A ellas dos, y a su mujer Julieta, van dedicados sus goles. El de la Copa fue especialmente para su esposa, que lo llamó un rato antes del partido y le aseguró que ésa iba a ser su noche. El premio fue la camiseta con el 21 que usó en el partido, que aún está húmeda por la transpiración. "Y, con lo que corrió...", dice ella, orgullosa. El se ríe, cómplice, mientras posa feliz para las fotos. "Estaban todos conmigo. Mi mujer me llamó y me dijo que iba a meter uno. En el vestuario, me agarró Claudio Morel Rodríguez y me dijo que también iba a convertir. Y con Román hablamos de lo mismo. Les cumplí a todos, je", dice. Hasta a sus vecinos de la parrilla de al lado de su casa de Lomas, ladrillos al frente, poco ostentosa, que tienen su foto del gol a Chicago en las paredes del local. "Ya me vinieron a saludar y a felicitar", dice el pelado más famoso del barrio.

Son casi las tres de la tarde y apura la producción, sin perder jamás la sonrisa ni la amabilidad. Ya tiene todo listo para irse a la práctica, que comienza a las 16.30. Hay tiempo, pero prefiere manejar sin apuros la distancia entre Lomas de Zamora y Casa Amarilla. Un recorrido que hace con los ojos cerrados, como cuando juega al lado de Juan Román Riquelme. "La verdad es que con Román tocamos de memoria. Muchas veces, yo veo que él recibe la pelota de espaldas a mí y yo inmediatamente le paso por el costado, porque sé que me va a buscar a mí", asegura. "El me dice que lo pase, que me vaya al ataque. Cuando entró al vestuario me lo dijo de nuevo y le contesté: ''Ahora, si hago un gol no te voy a abrazar'', je".

-Pero lo abrazaste...

-Y sí, me dio un pase tremendo, je. Después se cagaba de risa, me cargaba, me decía "qué golazo hiciste, eh". Tengo una gran amistad con él.

-Y tiene una foto tuya firmada en su armario...

-Ja, sí. Cuando volvió a Boca, Busca (NdeR: el podólogo del plantel, que además saca fotos) le regaló una mía. Y él me pidió que se la firmara. "¿En serio?", le pregunté, pensé que me estaba cargando. Después la pegó ahí, una cosa de locos, la tiene en su armario. Me causa gracia cuando la veo...

-¿Volviste a ver el gol?

-Lo vi de nuevo a la mañana, cuando me levanté. Arranqué desde mitad de cancha y Román me la tocó muy bien. Cuando encaré, me di cuenta de que el arquero esperaba el pase a Boselli y me quedó el hueco para definir ahí. La verdad es que yo a Mauro ni lo vi...

-Ahora compartís la habitación con Palermo, estás entre goleadores...

-Sí, ayer cuando llegamos al hotel Martín me dijo: "Cómo está esta habitación, eh. Estamos a full". Estoy muy bien con él, supongo que igual lo debe extrañar a Guillermo, pero quizás no me lo dice para no hacerme sentir mal. Yo ya tuve a casi todos como compañeros, fui de pieza en pieza, pero ahora estoy firme con él, si no me echa, claro.

-¿Quién es el que manda ahí adentro?

-Depende. A mí siempre me manda a buscar el agua caliente para el mate, no va nunca. Pero después se enoja y me dice: "Nunca te vas a levantar a cerrar las cortinas, ¿no?", a la hora de irnos a dormir. Eso sí, el control remoto lo tengo yo. Los sábados vemos el programa de cumbia y mucho fútbol. A él le gusta, escucha y se prende.

Mientras paga los dos pesos que cuesta el peaje para subir a la autopista 25 de Mayo (evitando así el tránsito de la zona sur), en su camioneta sigue sonando bajito la cumbia, que le encanta, y desnuda otro costado desconocido de Clemente: el de músico. Sueña con aprender a tocar bien algún instrumento (sorprende para bien tocando la batería), aunque cuenta que por ahora no se anima. Sí se anima a ponerse el cassette, al menos, para hablar de la revancha: "Faltan 90 minutos todavía. Sí, tenemos un pie adentro, pero hay que jugarlo", dice y sonríe, cómplice. Pero, sorprende, cuando se lo saca para hablar de sí mismo.

-¿Sentís que ya estás diez puntos?

-No, todavía no. Físicamente sí, creo que me recuperé del tiempo que no jugué en Rusia. Pero me falta para decir que estoy en mi mejor momento.

-¿Qué te falta?

-A veces por irme tanto al ataque dejo el hueco libre atrás mío y eso es algo que tengo que corregir. Creo que tengo que esperar el momento justo para pasar al ataque, que sea más de sorpresa como pasó en el gol a Vélez. Algunas veces me voy mal y me cuesta volver. El miércoles quizás no lo sufrimos tanto porque cuando salió Zárate en el fondo sobrábamos. Sé que es algo que debo corregir.

-Después de Chicago dijiste que definiste como Palacio. ¿Y el miércoles?

-Definí como Román, je.

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