lunes, 9 de abril de 2007

"En el fútbol no hay tantos secretos"



Sus detractores critican su impronta indulgente, esa imagen más cercana a la frialdad que al calor que genera la popular y una demorada gloria personal en una Selección que no termina de abandonar. Pero Juan Román Riquelme es la esencia misma de este deporte. Porque juega a un toque, porque tiene una categoría y una precisión que no abunda en el milenio de los futbolistas corredores. Quizá por eso le mandó un mensaje a un destinatario claro: Ricardo La Volpe, técnico de Vélez.

Romy no formó parte del plantel que fracasó en la obtención del tricampeonato, es cierto. Pero se sumó a esa batalla ideológica que el Bigotón protagonizó en la semana con aquellos que priorizan un sistema diferente al suyo. "El fútbol no tiene tantos secretos. Hay que jugarlo", dijo Riquelme en el vestuario, con las pulsaciones a mil, apenas terminó el partido. Y es verdad, porque no deja de ser un juego. Aunque pocos respetan su espíritu lúdico, algo que este hombre nacido hace 28 años en Don Torcuato se encarga de resaltar cada fin de semana. La frase, picante, estuvo dirigida al entrenador de los bigotes mariachis, cuya relación con los compañeros de Román terminó quebrada. En especial con su amigo Marcelo Delgado, a quien La Volpe prácticamente no le dio oportunidades durante su breve ciclo en Boca.

Riquelme tuvo una participación clave en los noventa minutos. En el primer tiempo, cuando el equipo de Miguel Angel Russo fue una maquinita de tocar, se transformó en el eje del juego. Manejó la misma frecuencia que Ever Banega en los pases y se tornó decisivo en la gestación del juego. Y en el segundo tiempo, momento en que Vélez apretó a Boca, le dio a Rodrigo Palacio el pase que desembocó en el tercer gol, al cabo un bálsamo para la inquietud que había generado en la tribuna azul y oro el descuento de Maximiliano Pellegrino.

Riquelme fue uno de los puntales del éxito de Boca en Liniers. Y ahora espera el Superclásico, ese partido que siempre disfrutó y que no juega hace media docena de años. La última vez fue el 16 de setiembre de 2001: 1 a 1 en el Monumental. Contra River ganó más de lo que perdió: jugó once partidos oficiales, con cuatro victorias, cinco empates y dos derrotas. Hubo, por supuesto, una frase dedicada al rival del fin de semana aunque mezclada con la Copa Libertadores: "No podemos quedarnos afuera por el bien del fútbol argentino, ya que River y Boca no pueden marginarse en la primera fase. Es una pena que ellos fueran eliminados tan rápido. Y lo digo con todo respeto." Y un deseo para el derby nacional: "Ojalá que la semana que viene la gente se vaya con otra alegría."

Por último, el ídolo, cada vez más arraigado en el corazón del hincha, se subió a la ilusión colectiva: "Queremos lograr uno de los dos torneos que estamos jugando. Después veremos qué hago, si sigo acá o me voy." Los amantes de la pelota, felices si continúa desparramando su talento en las canchas del país.

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