lunes, 9 de abril de 2007

Bailó al ritmo de Román



Fue determinante en la mejor media hora de Boca y administró la pelota sobre el final.

La Volpe había anticipado que no le asignaría una marca especial a Riquelme. Cumplió y se equivocó. Porque en la primera media hora del partido, el talentoso conductor fue muy inteligente para buscar su lugar en el campo de juego y, a partir de allí, manejó el ritmo de Boca. Entendió que a un rival que juega con tres centrales se lo lastima por las bandas, entonces se recostó en la izquierda, algo que había ensayado durante la semana, y se mostró como receptor de pases de Ever Banega y de Clemente Rodríguez, para descargar rápidamente en profundidad.

Tanto Bustos, como Méndez, quienes se movían cerca, le dieron un segundo de ventaja y eso fue fatal porque cuando intentaron cruzarlo siempre fue tarde. Los primeros 30 minutos fueron lo mejor de Boca y Romy fue protagonista.

En el ST, Boca se paró 20 metros más atrás, con la idea de dejar venir a Vélez y aprovechar su desesperación. Pero cometió un pecado: dejó de manejar la pelota y, por consiguiente, ésta no le llegó a Riquelme, quien ya había elegido moverse a espaldas de Bustos. Igual, todo parecía controlado hasta que llegó el descuento de Pellegrino. Pero el equipo de La Volpe ni siquiera pudo festejar porque Román asistió a Palacio y se acabó todo. A partir de ese momento, el juego fue propiedad casi exclusiva suya, ya que fue el eje mediante el cual Boca hizo circular el balón. Y pudo llevar a la práctica lo que pregona: "Si nosotros tenemos la pelota, el rival no juega".



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