jueves, 15 de marzo de 2007

Veni ,veni vos jugas conmigo

Riquelme compartió la práctica con cuatro juveniles, los invitó a tocar y los cuidó de los mosquitos. Idolo terrenal.




Che, pibe, ¿no te pusiste Off?". Matías Palavecino, uno de los cuatro chicos de la Cuarta que ayer se entrenaron con la Primera, mira como si se lo preguntara ET. Enseguida, Juan Román Riquelme pide a la utilería dos frascos de repelente y los reparte entre el grupito de juveniles que por primera vez le miraban la cara sin la pantalla de TV de por medio.

"Apenas llegamos, nos fuimos a cambiar al vestuario de Inferiores. Salimos y no había nadie. Pensamos que se había suspendido el entrenamiento. Nos queríamos morir. Pero apareció Román, nos saludó, nos dio la bienvenida y salimos a la cancha. Fue increíble", cuenta Exequiel Fernández Lucero, quien junto con el mismo Palavecino, Armando Lezcano y Ricardo Noir, estuvo en la práctica con los profesionales que no viajaron a Toluca.

Había timidez, se notaba. Marcelo Trobbiani, colaborador de Russo que quedó a cargo, intentó que se disipara rápido con un fútbol reducido, con Palermo y Riquelme enfrentados. El resto: Franzoia, Leo Díaz, Cahais, Bertolo, Urribarri, Javier García y Migliore. Y los cuatro de la Cuarta, claro. Así, mientras el 9 y el 10 se divertían con su batalla personal, marcándose uno a otro, los pibes vivían su mañana única.

"Para mí, que soy enganche, es lo más grande. Tenerlo ahí al lado... Te hace todo fácil, todo parece sencillo", explica Lezcano, diestro y porteño. "Yo tiré una doble pared con él", agrega el mendocino Fernández Lucero. "Yo recibí de Franzoia, se la di al medio y fue gol", suma Noir, entrerriano de Villa Elisa. Este rubio delantero fue el que más goles convirtió en el picadito de 45 minutos: "Creo que hice como seis o siete. Román te deja mano a mano como si nada". ¿Si se animaron a pedirle la pelota? "Al principio no. ¿Cómo le decís a Riquelme que te la dé? Pero después nos iba diciendo: ''Pedímela, vos pedila''. Y ahí te animás... Nos dio indicaciones todo el tiempo. Nos pedía que nos soltáramos", suma Lezcano.

El que la tuvo más difícil fue Palavecino, el único que lo tuvo enfrente. "Una vez lo anticipé", dice con vergüenza y algo de orgullo. "Pero me puso el brazo y me corrió. La tiene muy clara, es imposible sacársela", continúa. "Igual, sabés que no podés ir muy fuerte porque si lo tocás un poquito después en el vestuario te linchan, ja", finaliza.

Los cuatro se derriten en elogios para con el 10. "El mejor día de mi vida", dice uno. "Un día que no me voy a olvidar", dice otro. Pero después de los ejercicios de definición, en los que las dos estrellas no participaron, ya fue hora de volver a la realidad. Devolvieron la ropa a la utilería y se cambiaron de nuevo en el vestuario de Inferiores...

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