jueves, 26 de abril de 2007

Dale vos, Román



El equipo de Russo se juega el pase a octavos ante el Bolívar y más que nunca necesitará de Riquelme, quien suele caer en los ST. Además de sus asistencias, deberá animarse a patear al arco. 21.15, en Vélez.

Un primer tiempo de diez puntos, con movilidad, continuidad y asistencias varias, y un segundo tiempo con menor influencia y vaivenes en el juego. La curva de rendimiento de Juan Román Riquelme describió esa parábola en los últimos partidos. Un pico altísimo, donde Boca se luce, genera y si no golea es por falta de puntería, y luego una meseta que, como en el superclásico, el equipo a veces padece demasiado. Pasó contra Vélez, River y Newell's. En algún caso, el crack apareció en todo su esplendor sobre el final para liquidar el partido con una asistencia, como en Liniers. En otro, con una genialidad para buscar la cabeza de Palermo (River). O como en Rosario, para meter tres pases-gol en el comienzo y poner la pelota bajo la suela y congelar la arremetida rival en los últimos minutos. Pero la norma se repite y dispara preguntas: ¿Por qué sufre un bajón? ¿Es inevitable por el desgaste? ¿Es una cuestión de piernas? ¿O es puramente futbolístico? ¿Baja el rendimiento de Román y/o el de sus compañeros? Esta noche a las 21.15 ante el Bolívar, por la última fecha del Grupo 7 de la Copa Libertadores, tal vez más que nunca desde que volvió, Boca necesite de él, de sus pases y también de que se anime a exigir su pegada. Porque puede que alcance con ganar por un gol (si hay un vencedor en Toluca-Cienciano) como también que sea necesario convertir tres (si empatan en el otro enfrentamiento, que va a la misma hora).

Más allá de la cuestión física, que siempre deja su huella en un segundo tiempo, sobre todo en un jugador que no tiene pretemporada y no tuvo mucho fútbol en la última etapa en el Villarreal, en el cuerpo técnico piensan que las razones hay que buscarlas por otro lado y no en el gran esfuerzo que realiza desde el comienzo de los partidos, cubriendo a Neri Cardozo en el sector izquierdo del mediocampo y pisando el área mucho más que en su primer ciclo. "No creemos que tenga problemas para aguantar los 90 minutos. Ya cuenta con varios partidos encima y la semana anterior a Newell's se entrenó muy bien", justifican. Además, en el parte médico diario no figuran ni molestias ni dolores, más allá de algunos días de trabajo diferenciado por sobrecarga muscular.

Justamente, por esa razón, el ojo de Miguel Angel Russo para analizar esta situación está puesto en lo conceptual, más precisamente en la relación entre volantes y enganche: "Hacé la cuenta de cuántas pelotas le damos en el primer tiempo y cuántas en el segundo, y cuántas de ésas son limpias", propone el entrenador, respaldado por más de un fastidio de Román cuando la pelota no le llega. Aunque también, principalmente en las segundas partes, a veces la pelota no le llega y no hay señales de fastidio.

Sin embargo, que Boca busque menos a su armados en las segundas partes y que él, consecuentemente, reciba menor cantidad de pases limpios, puede tener que ver precisamente con la disminución de su movilidad. Y no sólo se trata de cantidad de pelotas sino también de calidad. Porque, con el desgaste brutal que Boca hace en el primer tiempo, en el segundo la lucidez es menor y surgen las imprecisiones.

Y si bien Russo está encantado con la madurez que alcanzó Román y mucho más con su rendimiento hasta ahora, a la vez insiste con que igual hay que dársela. Esa fue la orden en Rosario cuando Newell's se empezaba a hacer dueño de la pelota y también la que repite en las prácticas de fútbol en Casa Amarilla. Y en la mesa de café, entre su gente, recuerda los consejos que le daba Carlos Bilardo cuando él tenía que bancar a los talentosos del medio del Estudiantes del año 82 (Ponce, Sabella y Trobbiani): "Vos siempre dale la pelota a ellos. Si estás cansado, tocá y quedate atrás". Eso, que también supo hacer Chicho Serna entre 1998 y 2002 (el jugador que mejor entendió a Riquelme), es lo que busca trasladarle el DT a sus volantes.

Hay que dársela al 10 nomás. En cualquier circunstancia y momento.

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