miércoles, 28 de febrero de 2007

"Pasaron cosas raras en Esp."


El volante argentino cuenta detalles de su salida del Villarreal. Ahora, con su retorno a Boca, el amor de sus amores, está más que feliz. Sueña con dar una vuelta olímpica. Afirma que podría regresar a la selección.


Caminito y sus policromáticas casas. El Riachuelo y su interminable recorrido. Casa Amarilla y su leyenda urbana. La Bombonera y su mítica historia. El típico escenario de la Ribera parece inalterable, más allá del inexorable paso del tiempo. Sin embargo, este verano algo cambió.

Porque volvió un hijo pródigo. Porque la magia de su pie derecho está intacta y la pelota, encantada de recibirlo otra vez en este país.

Porque la gloria es eterna y este hombre tiene de sobra. Juan Román Riquelme está de regreso en Buenos Aires. En Boca Juniors, claro. El club donde sembró todo su talento y cosechó media docena de títulos junto a tres inolvidables colombianos, Óscar Córdoba, Jorge Bermúdez y Mauricio Chicho Serna.

Y pensar que este crack que conmueve con su gambeta nació en una villa miseria. En San Jorge, precisamente, hace 28 años. Se trata de un asentamiento erguido en Don Torcuato, en la Provincia de Buenos Aires. Como Diego Maradona, Román se crió en un humilde potrero. Entonces no pensaba que sería un ídolo azul y oro. Mucho menos que conocería las mieles del fútbol europeo y se vestiría con la camiseta del Barcelona, nada menos.

Los años pasaron, claro, y la figura de Riquelme se transformó en un ícono de Boca. Héroe en Japón ante Real Madrid, en la final de la Copa Intercontinental, protagonista de una Selección de Argentina a la que renunció después del Mundial de Alemania, retornó a su tierra por la puerta de atrás, casi expulsado del Villarreal por un conflicto que mantuvo con el entrenador chileno Manuel Pellegrini y la dirigencia del Submarino Amarillo.

Es miércoles en el predio de entrenamiento que posee la institución xeneize. Sobre la calle Wenceslao Villafañe, un centenar de hinchas espían acodados contra un portón de hierro a ese jugador que tantas alegrías regó en sus corazones. Parece una fábula, pero es cierto. Román es sinónimo de fútbol, de pasión de multitudes.

Entonces, los pedidos de autógrafos y fotos, habituales después de cada práctica, se multiplicaron. Todos, claro, tienen un solo destinatario, ese futbolista que enamora, uno de los últimos mohicanos en un puesto que parece una especie en vías de extinción, el enganche.. ¿Por qué volvió a Argentina?R.

En España estaba atravesando una situación que no tenía retorno. Pasaron muchas cosas raras en el Villarreal, el técnico se dejó llevar por lo que le mandaban a decir de arriba y no tuve opción.

Porque yo soy feliz jugando. Lógicamente, cuando apareció Boca casi no dudé. Quería venir por un año, pero sólo me lo permitieron por seis meses. Ahora espero en este poco tiempo poder levantar la Copa Libertadores o ganar el torneo Clausura. Sería muy lindo.. En este club ganó media docena de títulos, es ídolo,
¿eso era lo que más extrañaba en Europa?R.

Allá en Villarreal también era reconocido por el público. Pero Boca es lo más grande que pasó en mi vida deportiva. Tuve la oportunidad de jugar en clubes importantes del mundo, pero no hay nada que pueda compararse con esto, con vestir la camiseta del equipo que uno ama, con entrar a ese estadio que dicen que no tiembla, late. Realmente eso era lo que más añoraba de Argentina, además de mi familia, claro. Mi mamá, María, está contenta de que haya vuelto.

P. Para un jugador que ganó tanto y más allá del beneficio que implica una transferencia al fútbol español, ¿lo que más se desea es volver a dar una vuelta olímpica?

R. La verdad que sí, que extrañaba ganar campeonatos. Desde que me fui de Argentina no me tocó volver a ser campeón. Uno se siente extraño cuando pasa tanto tiempo y no se consigue nada. Con Villarreal estuvimos cerca de dar el gran golpe en la Champions, pero no pudimos hacerlo. Ahora tengo revancha con Boca.

P. ¿Cómo se sintió en el primer partido?
R.Fue emocionante volver a La Bombonera, reencontrarme con mi gente, sentir esa ovación. Fue lindo. Un día que no me voy a olvidar nunca. En cuanto a lo futbolístico, bueno, hacía dos meses que no jugaba un partido oficial. Por lo tanto no tenía el suficiente ritmo de competencia. Además, me di cuenta de que voy a tener que acostumbrarme a jugar de otra manera. En el fútbol español se marca de otra manera. Acá existe una mayor presión de los jugadores rivales.
P. ¿Cómo es su relación con los históricos?
R. Ni buena ni mala. Con algunos me llevo mejor que con otros, como en cualquier grupo de trabajo. Creo que todos tenemos que tirar para el mismo lado y preocuparnos por la camiseta de Boca.
P. ¿Con Guillermo tuvo problemas?
R. Está todo bien.
P. ¿Y con Palermo?
R. También. Me dijo que quería ser el goleador del campeonato, espero poder ayudarlo para que cumpla el objetivo.
P. ¿Con Macri ya no hay rencores?
R. Tampoco. Estuvimos hablando con el presidente y le agradezco mucho que haya hecho el esfuerzo para traerme.

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