miércoles, 28 de febrero de 2007

ROBERTO PERFUMO

El placer de contestar insultos con calidad

Riquelme lo canalizó también con el rencor que le generó el ambiente en contra. Desafío que afrontan los referentes de selecciones frustradas




Los hinchas cometen errores. Muchas veces afirmamos que nunca se equivocan, pero esta vez, los de Independiente le erraron fiero al tratar de intimidar o achicar a Riquelme. Lo silbaron y abuchearon pero él no es de los que arrugan. Al contrario. No es de los que juegan "para alguien" sino "contra alguien".

Lo hicieron enojar y arrancó. Apareció su repertorio: pases-gol, pausa, pelota mansa al compañero, más llegada al área (el desvelo de Bianchi), seguramente con la rencorosa idea de hacerle el Topo Gigio a los hinchas del Rojo.

Este tema, de la superación de la adversidad, aparece otra vez con el regreso de algunos referentes. El Kily González, Verón (exámenes aprobados), y el Piojo López. La gente no le perdona las derrotas en los Mundiales (no sus propios hinchas) y castiga indiscriminadamente. No es para muchos lo que se produce en la mente cuando arranca el acoso. La mayoría se va al mazo. El antídoto no es fácil lograrlo. Se trata de canalizar toda la bronca, y el rencor, y usarla como un motor fuera de borda para arrasar al rival y luego saborear el dulce sabor de la venganza. Esto funciona de manera de convertirse en fuerza imparable. Desde lo individual, esta condición viene de lo genético, más la influencia de lo social. Román, Diego, Tevez saben de lo que hablo.

A mí me tocó una experiencia durísima, de la que salí por lo que traía desde la cuna y la suma de experiencias barriales. Después de quedar afuera del Mundial de México (1970) me silbaron y putearon (no los de Racing) casi diez meses. Era tocar la pelota y empezar el concierto. Si pateaba un tiro libre, la ceremonia era un martirio. Como capitán de esa Selección frustrada pagaba por todos. Ya empezaba a dudar de mí. Pizzuti lo percibió y me dijo: "Mirá que si te dejás... el monstruo te come". Lo miré con cara de preguntar cómo hago. Siguió: "En eso no te puedo ayudar, pero acordate cuando jugabas en tu barrio, nadie te cuidaba y encima se agarraban a piñas después del partido". Mucho no entendí pero dio resultado. Montado en ese pensamiento, los silbidos no paraban, pero lejos de achicarme, me sentí omnipotente. Nada peor que esas batallas del potrero. Ahí sí jugábamos "contra" todos. A nivel grupal también funciona. Se da por contagio si hay mayoría de rencorosos.

O puede ser el odio contra la dirigencia. O la prensa. El tema es encontrar el blanco, meterle mucho encono y luego disfrutar de la venganza. Dos grandes ejemplos: Chilavert se hacía putear por cualquier motivo para motivarse. Y el Boca de Bianchi, ganando una Copa para gozar de la venganza contra la dirigencia. La marcha de la bronca, bien usada, es buenísima. Miralo a Riquelme...





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